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El impacto de los huracanes Irma y María en los arrecifes es “bestial”

FEMA otorga fondos, por primera vez, para evaluar los daños ocasionados por huracanes, frentes fríos y marejadas.

Los arrecifes de coral son los protectores naturales de las costas y resultaron severamente afectados por los eventos naturales de los pasados seis meses. (Suministrada)

El daño inició en septiembre con el huracán Irma, empeoró con María, continuó en invierno con la llegada de frentes fríos y alcanzó niveles históricos tras las marejadas de la semana pasada.

Los arrecifes de coral, considerados los protectores naturales de las costas, resultaron severamente afectos por los eventos naturales de los pasados seis meses, reportándose hasta 99% de pérdida en puntos de la isla municipio de Culebra, por ejemplo.

Esta devastación se suma a la que, por años, los arrecifes de Puerto Rico –y todo el mundo– han experimentado a consecuencia del cambio climático, como eventos de blanqueamiento –y eventual mortandad– por el aumento en la temperatura de los océanos.

“Aquí hay lugares que quedaron literalmente aplanados. Lo que ocurrió fue una destrucción mecánica de la estructura tridimensional del arrecife y el oleaje lo arrancó”, dijo el profesor e investigador asociado al Centro para la Ecología Tropical Asociada y Conservación, de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, Edwin Hernández.

Explicó que el “gradiente de impacto” a los arrecifes está directamente relacionado con la ruta de los huracanes y las marejadas que indujeron. Durante Irma, por ejemplo, al norte de Culebra se reportaron olas de 50 pies, “lo que causó gran destrucción”.

“Detectamos destrucción mecánica hasta 50 pies de profundidad”, agregó Hernández, y expuso que, tras los huracanes, los arrecifes quedaron “más débiles” al impacto de las olas.

Por eso, con los frentes fríos y la llamada marejada histórica, “ahora tenemos arrecifes sepultados bajo carricoche”, es decir, fragmentos de coral muerto.

“No sé cómo está”

Ese último escenario es el que el investigador arrecifal independiente, Ricardo Laureano, teme encontrar frente a las costas de Vega Baja, donde hay un sistema de seis kilómetros de arrecife.

Laureano, quien es portavoz del grupo Vegabajeños Impulsando Desarrollo Ambiental Sustentable, no ha podido examinar la condición del arrecife desde el pasado 24 de diciembre, debido a las condiciones marítimas.

“Irma nos dejó una fragmentación en (coral) ramificado bestial. Empezamos a restaurar y nos cogió María, que removió toda la fragmentación que habíamos podido sembrar en otra parte del arrecife. Ahora, luego de los frentes fríos y la marejada, no sé cómo está aquello allí, pero puede ser aún más devastador”, advirtió el líder comunitario.

El arrecife de Vega Baja está protegido por la ley federal de especies en peligro de extinción, y es considerado el más grande en la jurisdicción estadounidense porque se extiende hasta Manatí.

Por su parte, el director de la Oficina de Manejo Costero y Cambio Climático del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales, Ernesto Díaz, informó que, por primera vez, la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, en inglés) aprobó fondos para evaluar el impacto a los arrecifes en Puerto Rico tras el paso de un huracán.

FEMA otorgó poco más de $856,000 y le asignó la misión a la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, en inglés), que tiene 180 días para entregar su informe.

Díaz precisó que la misión inició el lunes 26 de febrero, “pero tuvimos que sacar a la gente del agua por las marejadas. Ahora (esta semana) regresarán al agua a ver los impactos de los huracanes y las marejadas. Se diseñó un plan sobre los sitios que se van a estar muestreando y se trabajará con celeridad”.

Añadió que, también por primera vez, la NOAA incluyó este año el aspecto de restauración “como uno de los pilares” de su plan estratégico sobre cómo manejar los arrecifes a largo plazo. Por disposición de ley, la NOAA tiene que actualizar su plan cada cinco años y considerar, además, alternativas para incrementar la resiliencia, mejorar las técnicas de pesca y reducir las fuentes terrestres de contaminación.

“Hemos venido impulsando que se tomen en consideración los servicios ecológicos que brindan los sistemas naturales. En el caso de los arrecifes, no solo son importantes en términos de la disipación de energía, sino también para la pesca, el turismo y la producción de arena en las playas. Eventos como los experimentados recientemente reafirman el valor de los arrecifes”, expresó Díaz.

Conocimiento

En esa línea, Yasmin Vélez, gerente para la región del Caribe estadounidense de la organización sin fines de lucro The Pew Charitable Trusts, indicó que la mitigación y rehabilitación de los arrecifes “tienen que darse” en virtud de los servicios ecológicos que ofrecen.

“No podemos vivir de espaldas a ellos. Lo que hacemos en la montaña, afecta a los arrecifes en el mar. Esta también es una oportunidad para que nuestras acciones sean más sustentables. Hay que tener un cambio de paradigma”, afirmó Vélez, tras resaltar el “potencial económico” de los recursos marinos.

Los entrevistados coincidieron en que la recuperación de los arrecifes, aunque larga, puede ser exitosa si se toma en cuenta el mejor conocimiento científico, sobre todo de expertos locales.

Agregaron que, si se hace repoblamiento de corales, debe ser con especies que han demostrado ser “más resilientes” a eventos naturales y altas temperaturas, entre otras variables de cambio climático.

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