Importancia Crítica de las Iniciativas de Sostenibilidad Ambiental Para una Economía Azul Participativa y Justa en Puerto Rico
En este blog, el Dr. Torres-Valcárcel y el Dr. Hernández-Delgado analizan cómo la reciente quiebra de Puerto Rico, los huracanes, los terremotos y las consecuencias socioeconómicas de la pandemia de COVID-19 han brindado una oportunidad única para incorporar de manera integral estos temas en la formulación de un nuevo modelo económico que prioriza el crecimiento económico sostenible, el cambio climático, los riesgos de desastres naturales y las cuestiones de salud pública: la economía azul.
Las hermosas playas, bosques tropicales, paisajes naturales y recursos culturales de Puerto Rico son atracciones turísticas bien conocidas e impulsores críticos de la recuperación económica de la isla. Sin embargo, después de que el gobierno de la isla incumpliera el pago de una deuda de 70 mil millones de dólares en 2016, la crisis económica de Puerto Rico alcanzó niveles históricos.
Para colmo, apenas un año después los catastróficos huracanes Irma y María sumaron 90 mil millones de dólares en pérdidas económicas. Poco después, en diciembre de 2019 comenzó una serie de terremotos a lo largo del suroeste de Puerto Rico, la pandemia de COVID-19 surgió en marzo de 2020 y el huracán Fiona azotó recientemente en septiembre de 2022.
Aunque los huracanes no son nada nuevo en el Caribe, la amenaza de tormentas más intensas ya es una preocupación sobre el cambio climático, particularmente para los pequeños Estados insulares en desarrollo (SIDS por sus siglas en inglés). Los SIDS experimentan una mayor vulnerabilidad como resultado de las desigualdades socioeconómicas, los legados coloniales, las políticas neocoloniales y la injusticia ambiental. Dado ese contexto, Puerto Rico necesita desesperadamente un nuevo modelo económico que promueva el crecimiento, la participación, la equidad, la inclusión y que sea autosostenible y menos dependiente de programas externos de asistencia en caso de desastres y crisis.
Un desafío importante para cambiar el modelo económico de Puerto Rico son los limitados recursos de tierra para una economía de escala. Durante el siglo pasado, el modelo económico de la isla se ha parecido a un patrón de desarrollo continental sin contar con recursos de tierra similares. Sin embargo, un enorme recurso que rodea la isla puede servir de base para un nuevo modelo económico: el mar.
Deben evitarse errores anteriores de las políticas locales de desarrollo territorial, como pasar por alto las vulnerabilidades ecológicas, ambientales y socioeconómicas, para aprovechar los recursos oceánicos a través de una economía azul participativa y justa. La economía azul consiste en obtener beneficios económicos de los recursos marinos de manera sostenible, al tiempo que se promueve la participación equitativa e inclusiva de las comunidades locales de larga data.
Aunque parezca simple, equilibrar múltiples necesidades e intereses, como la producción de alimentos, el transporte marítimo, el turismo y la restauración de los ecosistemas costeros, además de mejorar la biodiversidad, la integridad de los ecosistemas y promover la adaptación al cambio climático, es un gran desafío. La investigación científica y la integración de la toma de decisiones con base científica en los procesos socioeconómicos son fundamentales para lograr este delicado equilibrio y permitir la implementación efectiva de iniciativas respetuosas con el medio ambiente.
Puerto Rico está perfectamente preparado para defender una economía basada en los océanos. La isla tiene un sólido núcleo de profesionales de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM), un colectivo de profesionales de la economía y organizaciones sin fines de lucro (ONG) experimentadas que podrían impulsar la futura economía azul participativa.
Por ejemplo, la ONG Sociedad Ambiente Marino (SAM) tiene más de 21 años de servicio con un distinguido historial pionero en proyectos de restauración ecológica de arrecifes de coral e investigación científica, fomentando iniciativas comunitarias prácticas y de aprendizaje práctico. y capacitar a la próxima generación de científicos marinos en Puerto Rico.
Desafortunadamente, esta oportunidad única se ve amenazada por la inacción del gobierno para proteger las costas, que son de dominio público en la isla, lo que significa que cualquier forma de privatización de la zona marítimo terrestre es ilegal. La falta de confianza en las autoridades hace que los puertorriqueños actúen con razón y protesten enérgicamente, creando una atmósfera de escepticismo y polarización dentro de los conservacionistas y las comunidades desatendidas.
Desarrollo ilegal en una reserva costera federal.
Este tipo de tensión puede obstaculizar el rápido desarrollo de una economía azul participativa y justa y plantea la pregunta: ¿Una economía azul para quién? ¿Los muchos puertorriqueños que intentan desesperadamente salvar nuestra isla O los forasteros que buscan capitalizar los programas de recuperación y los fondos transferidos?
La falta de inclusión en una economía azul sostenible resultará en una capacidad gravemente erosionada de la isla para recuperarse del colapso económico y el desplazamiento de los puertorriqueños. Cualquier nueva estrategia económica para ayudar a Puerto Rico a prosperar debe respetar los valores locales, contratar empresas locales con experiencia, escuchar y empoderar a las comunidades locales y reclutar ONG probadas localmente.
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