Indispensable atender el cambio climático para el desarrollo económico
Profesionales discuten los sectores más vulnerables
Las olas de calor, las lluvias intensas, las sequías y los ciclones son algunos de los efectos meteorológicos provocados por el cambio climático, que no solo afectan el ambiente, sino la actividad económica, aseguran los consultados por EL VOCERO.
Según Edwin Hernández, profesor de Ciencias Ambientales en la Universidad de Puerto Rico (UPR), Recinto de Río Piedras, los daños “son significativos o están comenzando a ser significativos. Yo pensaría que el área de la costa es la que más refleja los potenciales impactos económicos casi directos”.
Explicó que cada vez que ocurre un huracán o marejadas invernales —en el caso de la costa norte y noroeste— la pérdida de infraestructura o el riesgo de pérdida de infraestructura de la costa es uno de los impactos más evidentes.
“Estamos hablando de casas, infraestructura privada, carreteras y otros. Esa vulnerabilidad va incrementando a medida que se dan dos fenómenos. Uno de ellos es el aumento del nivel del mar, que aumenta ese riesgo a medida que hay más agua. El segundo, tiene que ver con los eventos extremos como los huracanes. El hecho de que tienes agua más caliente, suele potenciar de forma mayor los eventos de ciclones, como fueron Irma y María. Eso es un ejemplo bien directo de cómo ese tipo de condición puede potenciar daños que se traduzcan en daños cuantiosos desde la perspectiva económica”, recalcó.
Según un estudio del economista José Caraballo Cueto, el huracán María provocó pérdidas económicas que fluctúan entre $43,000 y $159,000 millones, lo que lo convierte en el huracán más costoso que ha azotado a Puerto Rico y el tercero más costoso para Estados Unidos.
La agricultura
Elizabeth Dvorsky, directora del Programa de Ciencias Interdisciplinarias en la UPR, en Río Piedras, explicó que el potencial efecto en la disponibilidad de alimentos debido al impacto del cambio climático en la industria agropecuaria, es notable en la falta de lluvia o en el exceso de la precipitación.
“Esto afecta al productor y al consumidor. El incremento continuo en la temperatura promedio global se relaciona con el aumento en la acidez de los océanos, afectando así la industria de la pesca, y su economía, además de ser otro golpe nefasto a la alimentación de las personas y probablemente a su economía personal, dado el efecto en los precios del pescado y los mariscos, cada vez más escasos”, señaló la profesora.
Según datos de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOOA, en inglés), Puerto Rico depende más de la actividad relacionada con el océano que la mayoría de los estados de Estados Unidos. Las estadísticas nacionales de empleo apuntan a que las industrias oceánicas representan cerca del 7% del empleo total, que es el triple del 2% promedio de los estados oceánicos y de los Grandes Lagos.
En tanto, el secretario del Departamento de Agricultura, Ramón González Beiró, aseguró a este medio que más de la mitad de los incentivos que ofrece esta agencia de gobierno están enfocados en sistemas de adaptación al cambio gradual del clima.
“El principal sector de Puerto Rico es la industria lechera y nosotros llevamos dos años enfocados en mejorar y cambiar la genética de nuestros animales, mejorando la calidad del pasto que producen los agricultores en la finca —para bajar el consumo de granos que se importa y producir una leche básicamente de pastoreo— que implica mucho menos esfuerzo y dinero. Nos vamos adaptando con nuevos sistemas de riego y fertilización”, que según afirmó, están destinados a maximizar el recurso hídrico.
Indicó que el huracán Fiona, último desastre natural, provocó pérdidas en la industria agrícola de entre $80 a $100 millones.
Alza en precios
La escasez de alimento que provocan los cambios en el clima, incide en el precio de los productos disponibles al consumidor.
Según expuso el economista Leslie Adames, durante un foro del Colegio de Contadores Públicos Autorizados (CPA), el precio de los alimentos “continuará bajo presión porque hay factores —que no están bajo nuestro control— que continúan pegando muy duro en ese sector. El cambio climático ha afectado las cosechas y también tenemos insuficiencia de fertilizantes en otros sectores que está afectando la producción de trigo y otros productos”.
Uno de los productos más impactados es el aceite de oliva, porque el calor y la sequía en la región del Mediterráneo está perjudicando la producción, lo que provoca que el precio se dispare.
El precio mundial del aceite es ahora de casi $6,000 por tonelada métrica, según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), el precio más alto desde 1997, cuando alcanzó $6,225.
El turismo
Para Pablo Méndez Lázaro, profesor del Departamento de Salud Ambiental del Recinto de Ciencias Médicas de la UPR, uno de los ecosistemas más vulnerables y que aporta a la economía de la Isla, principalmente a través del turismo, son los arrecifes de coral.
“Es preocupante la pérdida de ecosistemas sensitivos como los arrecifes de coral. Estos generan millones de dólares en turismo, es un atractivo al que vienen los turistas para hacer ‘snorkeling’ y buceo en la zona de Puerto Rico. Los ecosistemas se ven amenazados por el blanqueamiento de los arrecifes de coral, que lleva a la pérdida de biodiversidad y, por lo tanto, la pérdida de atractivo turístico. Todo esto tiene que ver con la contaminación de los océanos, con el aumento en la temperatura, y el aumento en la acidificación de los océanos, que cada vez es más ácido y se les hace más difícil sobrevivir a este tipo de organismos”, explicó.
Según un estudio de la NOOA, entre 2016 y 2017 casi 30,000 empleos en Puerto Rico se apoyaban de lo que gastaban los visitantes a los arrecifes, con un impacto importante en ingreso laboral.
En ese periodo, los visitantes a los arrecifes de coral en la Isla gastaron cerca de $446 millones en alojamiento dentro de Puerto Rico y cerca de $13 millones en buceo y ‘snorkel’.
Méndez Lázaro también destacó que la comodidad del turista se puede ver afectada por el cambio climático.
“El turista viene pensando en unas condiciones agradables, cálidas, pero no extremadamente calientes. Cuando son condiciones desagradablemente calientes no dan ganas de disfrutar de ningún tipo de actividad exterior”, sostuvo el profesor.
La salud
Otro de los riesgos del cambio climático, se indicó, es el deterioro de la salud de la población, porque incrementa la demanda de servicios a esta industria, que está enfrentando retos en la Isla.
“Los episodios de calor están asociados con el exceso de mortalidad por condiciones cardiovasculares, respiratorias, renales, obesidad, hipertensión y tenemos un sinnúmero de población que por condiciones laborales están expuestas a estos episodios de calor más frecuentes porque a lo mejor trabajan al aire libre, en la construcción, en el aeropuerto o en la agricultura. Así que tenemos una gran parte de la población expuesta a estos riesgos que son más sensibles o más sensibles que cualquier otra persona que trabaje en un espacio con aire acondicionado”, explicó Méndez Lázaro.
En un panorama en el que podría haber más gente enferma de lo que son capaces de atender los médicos, quedaría expuesto el desbalance en la disponibilidad de estos profesionales para atender la población.
Según datos del Colegio de Médicos Cirujanos, en Puerto Rico ejercen alrededor de 9,000 médicos. Esta cifra representa la fuga de 5,000 médicos desde 2014, cuando había más de 14,000 galenos practicando.
“¡Claro que tiene un impacto económico! Todo eso tiene un precio que es lo que se conoce como ‘market value’. Pero, ¿cuánto es el ‘non market value’? Es decir, las muertes; eso es incalculable, y ahí es que la gente se manifiesta y se indigna, porque eso no tiene precio”, enfatizó Méndez Lázaro.
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