¿Qué impacto tienen los protectores solares en los ecosistemas?
Los científicos alertan que la bioacumulación de sustancias tóxicas procedentes de los filtros solares puede ocasionar alteraciones hormonales y reproductivas.
Con el invierno dando sus últimos coletazos, el buen tiempo va coloreando poco a poco las calles de pueblos y ciudades y nos acerca cada día más ese olor a primavera que tanto disfrutamos al dejar atrás el frío. Recordar el verano a menudo se tiñe de un característico aroma a mar, salitre, humedad, bronceados… Y protector solar.
Cada año, 25 000 toneladas de crema solar llegan a los océanos, según afirma la organización medioambiental Green Cross. Las cremas solares, tan necesarias para nuestra piel, incluyen compuestos basados en filtros solares o filtros ultravioleta para bloquear los rayos perjudiciales del sol. Estos compuestos químicos también son utilizados en muchos de los materiales que usamos como materia prima, como los plásticos, para evitar su degradación ante la radiación solar.
Consecuencias de los protectores solares en los ecosistemas marinos y de agua dulce
Sin embargo, la acumulación de algunas de estas sustancias en los ecosistemas marinos y de agua dulce, como la oxibenzona y el octilmetoxicinamato, puede causar alteraciones en el medio y provocar trastornos hormonales y reproductivos en las especies, como las barreras de coral que se ven especialmente afectadas.
Según un estudio del Programa de la ONU para el Medioambiente y de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), casi el 80% de los corales del Caribe ha desaparecido en los últimos 50 años.
De hecho, otro estudio publicado en la revista científica Science Direct en el año 2020 halló filtros ultravioleta en varios niveles de la cadena alimenticia. Los investigadores alertaron que, al igual que ocurre con los microplásticos, estas sustancias podrían estar en los alimentos que consumimos a diario y llegar incluso a nuestro torrente sanguíneo.
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“Aunque se han desarrollado métodos analíticos para su cuantificación en diferentes matrices ambientales, existe una falta de información sobre estos compuestos en cuanto a su destino y comportamiento en el medio marino y, en concreto, sobre su bioacumulación y toxicidad en especies acuáticas”, explica la experta en ecotoxicología Araceli Rodríguez Romero.
Qué son los contaminantes emergentes y qué relación tienen con los protectores solares
Uno de los problemas para determinar soluciones es que los filtros solares aún pertenecen al grupo de los llamados contaminantes emergentes, sobre los que aún no hay nula o poca legislación. Entre estos contaminantes emergentes se encuentran objetos de nuestro día a día como detergentes, cosméticos y productos de higiene, drogas, hormonas y fármacos.
Entre estos nuevos productos químicos, muchos de ellos están relacionados con productos de cuidado personal y cuidado de la piel (por ejemplo, filtros ultravioleta, antimicrobianos, antisépticos, microesferas plásticas...), que llegan al ecosistema costero sobre todo a través de las plantas de tratamiento de aguas residuales.
Al no contar con mediciones y protecciones específicas para estudiar estas sustancias a través de su motorización en los ecosistemas acuáticos, estos elementos llegan al mar a través de los vertidos, ya que las depuradoras no están preparadas para su eliminación.
Diversos informes de instituciones como la Water Joint Programming Initiative, la Unión Europea y la Unesco, advierten que la presencia de estos contaminantes en el agua va en aumento. Sin embargo, en el caso de las sustancias que filtran los rayos ultravioleta no es necesario buscar el canal de entrada en los ecosistemas a través de los vertidos, sino que cada uno de nosotros, al utilizar protectores solares, dejamos contaminadas las aguas donde nos bañamos.
Impactos de los protectores solares en la flora y fauna marina
Aunque aún se está estudiando en profundidad el efecto en la flora y la fauna de nuestros ecosistemas, diversos informes ya han alertado sobre su presencia y mamíferos, peces, algas y moluscos. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) halló esta sustancias incluso en los huevos de las aves silvestres de Doñana. “Este hallazgo es relevante porque demuestra que, si está en el huevo, antes de que el ave se haya desarrollado y se haya expuesto al medio ambiente, es porque la madre ha transferido el contaminante antes de la puesta”, explican.
Uno los mayores riesgos que existen relacionados con esta problemática es que estas sustancias pueden causar problemas hormonales porque son disruptores endocrinos y, por tanto, afectan a la capacidad para reproducirse de las especies, lo que empeora la frágil situación de la biodiversidad global.
“El monitoreo de la contaminación de los océanos se ha convertido en uno de los principales desafíos para las próximas décadas”, señala Rodríguez-Romero. “Esto está alineado con las prioridades establecidas por autoridades internacionales como la Comisión Europea, que ha destacado el monitoreo de contaminantes como un aspecto clave de la estrategia europea hacia océanos limpios y saludables”.
La crisis climática ha llevado a que la detección de contaminantes en los ecosistemas acuáticos requiera procedimientos complejos de muestreo, tratamiento y medición que necesita de nuevas estrategias e instalaciones. Con el apoyo del desarrollo de tecnologías más accesibles, actualmente se encuentran en desarrollo algunas alternativas hacia la detección más simple y sostenible de contaminantes marinos.
A pesar del enorme esfuerzo que ya se ha realizado para mejorar nuestro conocimiento sobre la composición y contaminación de los océanos, aún queda mucho por estudiar. Las dificultades a las que se enfrenta esta investigación son la baja concentración de los productos químicos en las muestras marinas y la complejidad de tomar muestras.
"Esto es particularmente importante en el caso de los contaminantes metálicos y orgánicos, incluidos los contaminantes emergentes que están presentes en concentraciones ultratrazas, que necesitan procedimientos complejos para su estudio", sostiene la experta en la revista científica Frontiers.
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